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Electrólisis a contracorriente

El agua salada no perdona. Corroe metales, desafía tecnologías y, sin embargo, guarda en sus entrañas una promesa: hidrógeno limpio para un mundo sediento de energía. En laboratorios de Europa y Asia, científicos se enfrentan al reto de extraerlo sin pasar por el costoso ritual de la desalinización. Pero por ahora, la realidad es otra: solo una planta en China ha osado salir del tubo de ensayo. Mientras tanto, en Jerez de la Frontera, España, una instalación pionera demuestra que, con agua reciclada y sol, el hidrógeno verde ya no es un sueño, sino una molécula en marcha.

¿Vale la pena desafiar al mar cuando la tierra ya ofrece respuestas? La ciencia, como siempre, avanza entre preguntas.

Un nuevo informe del Joint Research Centre (JRC) de la Comisión Europea se adentra en esa incógnita y explora el potencial emergente de la electrólisis directa del agua de mar (DSE, por sus siglas en inglés), una técnica que podría revolucionar la producción de hidrógeno en regiones costeras y con escasez de agua. Pero mientras la promesa existe, la tecnología sigue en pañales. La convocatoria de 2024 lanzada por la Clean Hydrogen Joint Undertaking (HORIZON-JTI-CLEANH2-2024-01-0317) marca el punto de partida en el TRL 2, dejando claro que la mayor parte del desarrollo aún vive entre probetas y electrodos de laboratorio.

Frente a este escenario incipiente, el informe señala la necesidad de comparar con su hermana mayor, más madura y funcional: la electrólisis indirecta del agua de mar (ISE). Esta opción apuesta por desalinizar primero el agua, utilizando tecnologías comerciales probadas, antes de introducirla en electrolizadores convencionales. El proceso implica costes adicionales, demanda energética y ocupación de suelo, pero garantiza la pureza del agua y compatibilidad con infraestructuras ya disponibles. Los sistemas de desalación están, de hecho, integrados frecuentemente en el balance de planta de muchos electrolizadores en operación.

¿Por qué desalinizar? Porque los electrolizadores necesitan agua de alta pureza para funcionar de forma eficiente y segura. El agua de mar, sin tratar, es un cóctel de sales e impurezas que acelera la corrosión y reduce el rendimiento. La desalinización, por tanto, no es un capricho, sino una condición técnica ineludible hoy por hoy.

🇪🇸 España lo hace realidad Mientras tanto, en la estación depuradora de aguas residuales (EDAR) Guadalete de Jerez de la Frontera, España marca el compás. El proyecto Eclosion ha inaugurado la primera planta demostrativa que genera hidrógeno renovable a partir de agua regenerada y energía solar. Mediante electrólisis con membranas de intercambio aniónico (AEM), este innovador experimento circular convierte agua residual en una oportunidad energética. No hay mar, pero sí hay ingenio.

Lo cierto es que producir hidrógeno verde exige agua limpia. Muy limpia. Si la electrólisis es el camino, la calidad del agua es la autopista. El agua salada, con su carga corrosiva y volátil, todavía no se deja domar sin antes ser domesticada. Tal vez algún día lo logremos. Tal vez pronto. Pero por ahora, la revolución va por tierra firme, aunque mire al mar con deseo.

Consulta el informe completo del JRC:

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